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lunes, 11 de enero de 2010

¿Qué son los Fondos Buitres?

Los Fondos Buitres, como su nombre lo indica, aprovechan la debilidad de una empresa que entra en default o los tenedores de deuda o bonos defaulteados de un estadio soberano comprando sus deudas y, a través de ellas, empujarla hacia el peligro de muerte -sobrevolándola y acechándola- momento preciso de hacerse propietarios de la misma con el menor costo y esfuerzo posible.

En tanto, para los "fondos buitres" su desembarco constituirá un nuevo avance en el negocio de las privatizadas, ya hasta ahora se quedaron con la tercera parte de la sociedad controlante de Metrogas y con el 19 por ciento de Transener. Tras haber intervenido en la reestructuración del pasivo de Edenor, los fondos ahora buscan hacer valer las deudas que compraron de Emdersa (el consorcio que agrupa a las distribuidoras de Salta, San Luis y La Rioja) y Edeersa, la ex operadora privada de Entre Ríos.

Los Fondos Buitres requieren gente entrenada y endurecida en la guerra económica para lograr la destrucción y sometimiento de empresas. En general reclutan gente joven de las universidades más conspicuas para ir entrenándola en el tema. No hay más que recordar la película “Wall Street” y el entrenamiento de Micheal Douglas sobre el joven para que aprenda a delinquir en la Bolsa de Valores.

Es así que, compran a menos de 20 centavos de dólar por cada 100 de valor nominal para intentar cobrar el total del monto nominal más los intereses vencidos. En el caso de la República Argentina, uno de esos fondos está administrado por el inversor Kenneth Dart que demandó al país en su oportunidad por U$S 750 millones. Pero posiblemente no haya invertido más de 200 millones en la compra de los títulos.

Este fabuloso negocio de exigir el 100 % del título adquirido, cuando en realidad fueron comprados en el mercado internacional por un monto muy inferior, se debe a que la Argentina en cada emisión de títulos pacta prorrogar jurisdicción a los tribunales extranjeros -principalmente Nueva York, Londres y Frankfurt- en caso de conflictos suscitados por la falta de pagos. Es decir, que si bien la emisión de los títulos es un acto de soberanía del estado, cualquier controversia judicial que se presente por la emisión, conocerá en ese asunto un tribunal extranjero, y además se le aplicará normativa extranjera en la solución del litigio. Esto sucede porque la Argentina convalida dicha prórroga en las sucesivas emisiones. Pero cabe aclarar que, para comprender las relaciones sociales de explotación que encubre el sistema de la deuda, la prórroga de jurisdicción no es inventiva nacional. Más bien pertenece al mundo de las finanzas globales impulsadas como nuevas reglas del orbe mundial en las tres décadas pasadas. Recordemos que nuestro país permite la prórroga de jurisdicción a partir de la modificación dispuesta en abril de 1976 al Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación. Es decir, se necesitó de mucha tortura, picana y plomo para implementar en nuestras bastardeadas naciones “subdesarrolladas”, una nueva fase de acumulación de capital, cuyo modelo recibió la pomposa y delicada denominación de “neoliberalismo”.

Retornando al proceder belicoso de los “fondos buitres”, otros de los actores de esta negociación que lleva acabo el gobierno nacional es el fondo con sede en Nueva York, Elliot Associates. Elliot, uno de los principales “fondos buitres” de Latinoamérica, ganó notoriedad en el año 2000 al conseguir sentencia favorable contra Perú por U$S 58 millones. Esos títulos habían sido adquiridos en 11 millones. No es la primera ni va a ser la última vez que los buitres anden al acecho de sus desfallecidas víctimas. Ya en octubre de 1995, el fondo oportunista Elliot adquirió aproximadamente 28 millones de dólares de valor nominal de títulos emitidos por Panamá por un monto cercano a los 17 millones. Dicha compra se produjo cuando Panamá estaba negociando el Plan Brady. Elliot decide comprar los títulos en default antes llevar acabo el Plan Brady. Sin embargo, Elliot rechaza el plan elaborado por el Secretario del Tesoro de EEUU, y demanda judicialmente ante los tribunales de Nueva York obteniendo sentencia favorable por 28 millones de dólares.

El juez calificó de "deshonesta" a la persona detrás de los "fondos buitres", Michael Sheehan, quien actuaba a nombre de la empresa Donegal International, y dijo que Sheehan ha "engañado" a los tribunales en tres países.

Este fallo se suma a una nueva demanda que dos fondos, Dart y Elliot, iniciaron contra Argentina ante tribunales estadounidenses.

La deuda no son Dart y Elliot. La deuda no son los fondos, son los buitres.
Una decisión previa de la Corte Federal de Apelaciones de EE.UU. había fallado a favor de Argentina y en contra del financista Kenneth Dart, quien quería embargar las reservas que el Banco Central de Argentina tiene depositadas en la Reserva Federal estadounidense.

Un nuevo reclamo presentado ante el juez Thomas Griesa pone en juego la independencia del Banco Central argentino y sigue pujando por apoderarse de cuantiosas ganancias.

En opinión de Caroline Pearce, de Jubilee Debt Campaign, organización británica que clama por una moratoria de la deuda de los países en desarrollo, estas prácticas de los "fondos buitres" constituyen una "burla" a los esfuerzos gubernamentales para aliviar sus cargas financieras.

"La obtención de provecho no puede llegar a mayores niveles de cinismo que en este caso. Zambia esperaba destinar los fondos por concepto de cancelación de la deuda a la formación de muy necesitados enfermeros, maestros y la creación de infraestructura", declaró Pearce.

La deuda no es una obligación moral contraída con alguien o algo. La deuda no es nuestro apellido: “Hola, buenas tarde, Argentina, Deudora”.

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